viernes, 6 de agosto de 2010

Mi campechano barrendero

Tengo un barrendero en mi barrio al que veo casi todos los días. Es un hombre campechano, sencillo, bonachón, simpático y hablador. Le gusta saludar a la gente y que le saluden. Es capaz de mantener una conversación sin descuidar su trabajo, que eso sí tiene mérito. Al día siguiente de ganar España la Copa del Mundo (oe, oe, oe, oe!!), iba yo por la calle vestida con una blusa roja (¡¡por supuesto!!) y al verme pasar comenzó a decir en voz alta: "Estos holandeses, ¡¡¡qué buen queso, qué buen queso y qué mala leche tienen!!!"). Me costó trabajo reprimir una carcajada (es que soy más bien tímida) al recordar que efectivamente se emplearon a fondo jugando al kárate, digo al fútbol, los holandeses en la final.

A finales de julio, un jueves, estaba el hombre especialmente contento, y no paraba de repetir: "ya sólo queda mañana, ya sólo queda el viernes". Supongo que se refería a irse de vacaciones. Pero algo debió ocurrir, tal vez tuvo que sustituir a un compañero que faltaba, el caso es que el lunes, ya en agosto, apareció por el barrio. A las siete de la mañana, el hombre campechano y bonachón, empezó a gritar a unas personas, no sé el motivo, pero no paraba de gritar a hora tan temprana (sobre todo para agosto): "¡Qué vergüenza, cómo me habéis dejado esto!". Supongo que su furia no se debía a tener que limpiar lo que otros habían ensuciado, que es lo que ha estado haciendo todo este tiempo sin protestar, y con un estupendo humor. Su furia se debía a la decepción, al no haberse podido marchar de vacaciones en su momento, como tenía previsto.

Me dio pena, no que hubiera retrasado sus vacaciones (al día siguiente ya no estaba), sino que aquello hubiera bastado para alterar su caracter habitual, haciéndole vociferar.

Así es el ser humano, cuando una gota hace que el vaso rebose. ¿Cómo aprender a ir vaciando mientras se va llenando, a mantener el equilibrio?

Buen día para todo el mundo!!!

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