lunes, 6 de septiembre de 2010

El final del verano

Llega el final del verano. Se habla de vuelta al trabajo, vuelta al cole, gastos extra. Septiembre se nos hace cuesta arriba. Y sin embargo, a mí me encanta septiembre. Toda la vida me ha gustado este mes, en el que empieza a cambiar la luz esplendorosa del verano, y se comienza a ver la luz más tamizada del otoño. Las mañanas de septiembre son especialmente hermosas. Influye, supongo, que también se nota un cierto descenso de las temperaturas. No me gusta demasiado el calor excesivo del verano, así que la ligereza de la brisa de septiembre me da nueva vida, nuevos bríos.

Las mañanas de septiembre me ponen romántica y nostálgica, supongo que en un avance de las sensaciones que me provoca el otoño, posiblemente mi estación favorita del año. Adoro el color de las hojas de los árboles, esa increíble la mezcla de amarillos y rojizos. Me encanta el olor especial de las hojas húmedas por las primeras lluvias. Me siento parte de la naturaleza, no un apéndice, como un grano molesto que afea y estorba, no, estoy perfectamente integrada. Soy un árbol, crezco hacia el cielo, mis hojas se caen, desnudo mi alma. Los primeros fríos me vivifican y dan nuevas fuerzas, aunque en invierno me aletargue. Soy el otoño, estoy viva.

Y todo esto, empieza al final del verano.